Se funda esta hermandad, según consta en el acta fundacional, el 19 de Marzo de 1955, por un grupo de obreros y por el entonces párroco de San Sebastián Don Manuel de Lassaletta y Muñoz Seca, con el fin inicial de promover la devoción a Nuestro Señor Jesucristo y a su Santa Madre, entre las clases trabajadoras.

    Según cuentan algunos de los fundadores, era primavera y se hablaba de Semana Santa entre algunos albañiles que, entre el ruido de pisones y tapiales en la construcción del antiguo cine de verano de la Victoria, charlaban sobre las bondades y desventuras de unas y otras hermandades existentes en aquellos años.

    En el avance de dicha conversación cayeron en la cuenta de que en Estepa no había ninguna hermandad que, de alguna manera, representara a los obreros de este pueblo. Así surgió la idea de crear una que si lo fuera, es decir, una hermandad que a la vez de entidad religiosa tuviese un marcado carácter social.

    De aquí viene el popular dicho, recogido en el principio de las reglas de esta hermandad, que dice textualmente: «Esta hermandad nace al pie de un andamio».

    Aquella idea fué extendiéndose entre los trabajadores y gozando del agrado de todo aquél al que se le transmitía, y al llegar a oídos del entonces párroco de San Sebastián Don Manuel Lassaleta no solo la acogió con sumo interés, sino que desde entonces se convirtió en su máximo impulsor. De hecho tomó la iniciativa de llevar a cabo una reunión, que tuvo lugar pocos días más tarde en la sacristía de la iglesia, y de aquél pequeño grupo salió la primera junta organizadora.

    Según queda recogido en el acta fundacional o memoria del primer cabildo, salió como hermano mayor Manuel Amador Amador, como secretario Pedro Rueda, como tesorero Francisco Somet Camargo, y como vocales Escalera y Juan Borrego. Así mismo, en aquella misma reunión también se tomó el acuerdo de la denominación oficial de la hermandad que sería el de Hermandad Obrera de la Presentación de Jesús al Pueblo. Sin embargo esta denominación fue cambiada de inmediato porque, cuando fueron a que se les imprimiese los primeros recibos de cuotas, el dueño de la imprenta era Don Antonio Machuca Chía, les preguntó porqué no reconsideraban la idea y acogían a la Santísima Virgen de las Angustias, “que tan bonita es y tanto mérito tiene”, según palabras textuales. Los convenció de inmediato porque era una idea magnífica y nadie se opuso  a ello, ni tan siquiera el párroco al que también pareció una idea muy acertada.

    Otras decisiones iniciales fueron que la salida se hiciese desde la ermita de Santa Ana, suponemos que por su sencillez, que el itinerario fuese el mismo que para la Virgen del Carmen, y que hubiera estación de penitencia en San Sebastián. Era una hermandad con solo un nombre y una imagen, pero sin nada tangible,

    Así que con la precariedad económica de un inicio y acorde con la época, se pusieron a pedir lo que necesitaban:

    La hermandad de Jesús les ofrece su paso viejo, pero este no cabe por la puerta de Santa Ana.

    La hermandad del Calvario nos ofrece el suyo, y este si que cabría pero sería necesario arreglarlo.

    Las primeras túnicas nazarenas las regaló Don Luis Martín.

    Los faroles prestados de la hermandad del Calvario y del Dulce Nombre

    El bordado de la sábana que cuelga de la cruz lo regaló María Dolores Prieto

    La bandera la donó Carmen Gamito Arjona.

    Con todos estos enseres llegó el día en que se trasladó la imagen desde San Sebastián a la ermita de Santa Ana, y poco después la primera estación penitencial del Lunes Santo con el mismo silencio y recogimiento que perdura hasta nuestros días.

    El año inmediatamente posterior a su primera estación penitencial Estepa padeció una importante epidemia de tifus y, como era habitual en aquellos años, la mayoría de los afectados carecían de seguro que cubriese tal cuestión. Ante el gesto del ayuntamiento de avalar todas las recetas, la hermandad nombró a la corporación municipal hermano honorífico, y desde entonces nuestro alcalde procesiona junto a nuestra imagen todos los años en representación de la referida institución.